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YA NO SOS MI MARGARITA, AHORA TE LLAMAN… GLIFOSATO

GLIFOSATO2

Recuerdo hace aproximadamente unos treinta años atrás, en oportunidad de llevarse a cabo en esta ciudad (Casilda) una feria del libro, nos visitó don Osvaldo Bayer, y por más que él fuera rosarino se manifestó asombrado de la belleza que los sembradíos dan como marco a nuestras verdes llanuras, cuando la primavera está en su apogeo.

Sin la capacidad descriptiva de don Osvaldo, pero con muchas ganas y como la tarde invitaba a ser parte de ella, trepé a mi bicicleta y, dado que vivo en la zona suburbana, en pocos minutos ya era parte del paisaje.

De golpe el encanto tornó en sorpresa al ver, pocos metros adelante, a un productor a quien conozco, fumigando la banquina de un camino rural (por el olor que desprendía, supongo glifosato y algo más), él muy cómodo conduciendo su Ranger 4x4, con los vidrios cerrados y el aire prendido, y por detrás un operario que, caminando, manipulaba la mochila que se encontraba en la parte trasera de la camioneta. NO TENÍA GUANTES, NI MÁSCARA, NI ANTIPARRAS, NI NADA, con remera manga corta, alpargatas y la esperanza de poder sobrevivir, mientras la suerte lo acompañe. Luego de ser explícitamente fumigado continué mi camino y pude comprobar que en todos los campos se estaban realizando tareas de fumigación, con equipos articulados (estamos en época). Motivo por el cual desistí de tan heroica actividad, tratando de no perecer en el intento.

En función de estar expuestos a todo tipo de contaminación y dado que Argentina es el país que más glifosato utiliza (380 millones de litros por año) propongo que para hacernos la vida más práctica y amena, nos brinden en los noticieros de la noche, conjuntamente con el precio del dólar y el riesgo país, los índices de glifosato que nuestro ambiente registra.

A modo de consuelo, recordé los acordes del tango “Afiches” de Homero Expósito cuando dice “dan ganas de balearse en un rincón”, o estrofas de “El general Quiroga va en coche hacia la muerte”, cuando dice Borges “yo que sobreviví a millares de tardes, y cuyo nombre pone retemblor en las lanzas, no he de soltar la vida por estos pedregales, ¿muere acaso el pampero, se mueren las espadas?”

Ojalá podamos reaccionar, antes de que sea demasiado tarde.

Ricardo R. Cavallin

DNI 12.619.556