17/09/1898 - Muere Manuelita Rosas

Hija de Juan Manuel de Rosas y Encarnación Ezcurra. Colaboró con materiales para la Historia de la Confederación Argentina, obra pionera del revisionismo histórico. Su último aporte a los argentinos fue la donación del sable que José de San Martín le había legado a su padre.

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Manuela Robustiana Rosas Ezcurra era hija de Juan Manuel de Rosas y Encarnación Ezcurra. Al fallecer la madre, pasó a desempeñar funciones de anfitriona y colaboradora del padre, aunque su papel político fue diferente al cumplido por su madre. Por su simpatía y bondad conquistó la adhesión de cuantos la trataban y conoció la adulación y el halago interesado.

Luego de Caseros, Manuelita acompañó a su padre en el destierro, y a pocos meses de su llegada a Inglaterra, el 23 de octubre de 1852, contrajo matrimonio con su novio Máximo Terrero, hijo de Juan Nepomuceno Terrero, amigo de Juan Manuel de Rosas.

Manuela sentía la responsabilidad de reivindicar la figura paterna, de combatir la historia falaz y arbitraria de los profetas del odio y de que las nuevas generaciones conozcan la verdadera Historia del Restaurador y de la “Confederación Argentina”. Comienza así una nutrida correspondencia con Don Antonino Reyes, el leal ex edecán de su padre. Fue por su intermedio que comenzó a escribirle a Saldías -calificado en sus escritos como «Ángel protector»-, remitiéndole valiosos materiales para su Historia de la Confederación Argentina, obra pionera del naciente revisionismo histórico.

Nunca le pasó inadvertido, ni en los días de su vejez, el infausto aniversario de Caseros. El 3 de febrero de 1892 le manifiesta a Reyes: “Te escribo en este día, aniversario de tanta fatalidad para nosotros. Quien todo lo dispone, así lo quiso, sigamos sometidos a su divina voluntad. Se cumplen hoy 41 años, ¡Oh Reyes¡ Y estamos hoy mejor que entonces? “.“Yo Reyes, nací para sufrir por todos y con todos. Mi carácter nunca fue propicio a mi felicidad”. Poco después y ya en Londres, le entregará a Adolfo Saldías el archivo completo de su padre. Su último aporte a los argentinos fue la donación del sable que el general José de San Martín le había legado a Don Juan Manuel en su testamento.