El fantasma del vaciamiento y el ajuste sobrevuela al Incaa

El plan del gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales está en marcha. Por esta razón, trabajadores, entidades, cineastas y personalidades del mundo artístico salieron a movilizarse para protestar contra la medida y en defensa del cine argentino.

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El Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa) es un ente autárquico, por lo cual el Gobierno nacional no define sus acciones. Como expresa en su sitio oficial, “es un ente público no estatal que funciona en el ámbito del Ministerio de Cultura de la Nación”.

Si bien es autárquico, el ministro de Cultura, Pablo Avelluto, tuvo a su cargo el desplazamiento del presidente del Incaa, Alejandro Cacceta, tras una “operación mediática” en su contra, desde el programa Animales Sueltos, con la difusión de un informe periodístico que lo involucra en un supuesto hecho de corrupción. Por su parte, el director de la Escuela Nacional de Experimentación y Realización Cinematográfica (Enerc), Pablo Rovito, renunció a su cargo expresando que esperaba que “se termine con la caza de brujas”. Esta situación, que comenzó hace más de una semana, provocó reacciones de diferentes sectores en apoyo al cine, con pronunciamientos en solidaridad con el exdirector Cacceta y contra el avance del gobierno.

Entidades, cineastas y personalidades del mundo artístico acompañan este reclamo de hoy porque saben de la lucha de años para reconquistar derechos legítimos en defensa del cine nacional. Actores y trabajadores se concentraron en estado de asamblea frente al organismo; también hubo concentración frente al Cine Gaumont al momento de la apertura del Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente (Bacifi) –que quedó practicamente sin público en su día inaugural–. En Rosario, la asamblea se llevó a cabo en la Sala Lavardén, y la experiencia se replicó en diferentes puntos del país, especialmente donde funcionan los Espacios Incaa.

No es arbitrario el temor al vaciamiento y al ajuste. Para entender que esto no es nuevo, basta con recordar que, en 1996, Domingo Cavallo impuso el ilegítimo manejo de los recursos del organismo por parte del Ministerio de Economía, y también en ese momento fueron las entidades involucradas al cine argentino, junto con las sucesivas autoridades y asesores del instituto, quienes reclamaron por el derecho a recuperar el manejo directo de los recursos del Fondo de Fomento Cinematográfico (FFC), tal como lo establecía la Ley de Cine. La situación irregular se mantuvo hasta 2002, cuando, tras intensas presentaciones y reclamos ante los diferentes gobiernos, se logró el reestablecimiento de la autarquía del Incaa, a través del Decreto Nº 1536/02.

La realidad es que los ingresos le permiten al Incaa no sólo ser autosustentable, sino también haber logrado capacidad de desarrollo en la industria cinematográfica. Los recursos provienen del FFC, que según la Ley 24.377/94 se compone por el 10 % de cada entrada de cine, del 10 % del precio de venta de “videogramas grabados” (como DVD’s), y en el año 2011, con la aplicación de la Ley de Medios Audiovisuales, se agregó otra vía de autofinanciamiento: el 25 % de lo recaudado a partir del gravamen a la facturación de los canales de televisión y servicios de cable, y otros ítems menores. Ésta última podría ser otra de las aristas de intereses en pugna de parte de los medios corporativos, que se supone estarían interesados por no cumplir con dicho impuesto.

Con la convicción de que el desplazamiento de Cacceta por un posible hecho de corrupción es sólo una excusa para ir por el vaciamiento y el ajuste, diferentes asociaciones han manifestado que seguirán en estado de alerta y movilización por la defensa colectiva de la Ley de Cine, la autarquía del Incaa, el Fondo de Fomento Cinematográfico y todas sus legítimas fuentes de financiamiento.

Cuando se repiten las nefastas experiencias bajo recetas neoliberales, puede suceder que aparezcan los presuntos salvadores de siempre, con el pretexto de nuevos ajustes del Estado, racionalización del gasto u otro de los tantos argumentos con formas renovadas, y es muy probable que el proyecto de un cine en el que los argentinos nos podamos sentir representados se cambie por otro proyecto de vaciamiento y ajuste en la industria cinematográfica nacional.

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