Ariana Moretti presenta su primer libro de poesía

Ariana Moretti presenta su primer libro de poesía

Será el sábado 23 en la Biblioteca «Carlos Casado», con la presencia de las profesoras Analía Costa y Marianela Goicoechea, y música en vivo. La entrada es libre y gratuita.

El sábado 23 de agosto se presentará «Grácil y feroz», el primer libro de poesía de Ariana Moretti, en la Biblioteca Popular «Carlos Casado» (Lisandro de la Torre 2369, Casilda).

En esta oportunidad, el encuentro será a las 17 hs., y contará con la presencia de las profesoras Analía Costa y Marianela Goicoechea. Además, habrá música en vivo.

La entrada será libre y gratuita, y durante el evento se podrán conseguir ejemplares del libro.

Intemperies
Un día de lluvia me quedé sin casa,
sin puertas, sin paredes,
sin ventanas para poder mirarla;
una de esas lluvias
que nada deja a resguardo.
Implacable fue avanzando sobre lo seco
inspirada por el viento.
Nada queda a salvo si no hay casa.
Entonces recordé unos versos como un tesoro
y una dedicatoria que nos iguala:
mujer que seguro sabe de intemperies.

La poeta rosarina Sonia Scarabelli publicó un escrito acerca de esta obra:

Sobre Grácil y feroz, de Ariana Moretti

Sonia Scarabelli

En un pasaje de La pequeña voz del mundo, en el que señala que “la construcción del artista implica siempre la construcción de una ética personal”, Diana Bellessi observa que “el camino de la poesía, su devenir revolucionario” ha sido siempre “suturar la región quebrada y en medio de la confusión, el nihilismo o la frivolidad, demandarle lucidez a la inocencia” y “confiar en la emoción acosándola con la duda”. Siempre un doble movimiento, nunca una sola cara; alternancia, y a veces, paradoja, del poema —afirma Bellessi—, que es capaz de decir sí y no al mismo tiempo.

Quizás sea ese, justamente, uno de los rasgos que más me ha conmovido de este primer libro de Ariana Moretti; poemas que muestran el trabajo de una voz entregada a la tarea del sentido y dispuesta a levantarlo incluso desde esas zonas en las que amenaza con retirarse por completo. De eso da fe, diría, ya el primer poema del libro, “Hilos de carnaval” donde, ante el vacío de la propia casa (“limpios mis ojos / hablan de un derrumbe”, escribe Moretti), la voz se dirige hacia otra afirmación: “caídos adornos y certezas, / puedo ver mi casa / con todo por hacer”. Así, ese comienzo puede pensarse, antes que como la indicación de un final o un desmoronamiento, como el anuncio de un camino cuyos mojones el libro va inscribiendo a través de detalles, memorias, experiencias vueltas materia del poema; sustancia vulnerable de lo íntimo que en la construcción laboriosa de los versos se da una forma de resistencia y reconocimiento, no solo para quien escribe, sino también para quien lee. Entonces puede verse que el gesto dominante sea el de la inquietud, el del “río revuelto”, o la pregunta como una forma de inquirir sobre lo que nos va “convirtiendo en desconocidos” de aquellos que amamos, como en “Nenitos”; o sobre lo dividido en una misma, como en el poema “Monstruitos”, o aquel otro, titulado “Una”, donde la urgencia de la interrogación: “Qué es un cuerpo, decime / que es un cuerpo” pone en escena la extrañeza ante lo propio, aquello con lo que “debería / ser una y la misma”. Esa extrañeza frente a lo que se fragua en cada quien al fuego de la peripecia personal y colectiva, alimenta –por momentos se diría sin tregua– el rumiar del pensamiento, pero no para extinguirse en una mera batalla mental (aunque, como escribe Moretti “A veces una se aquerencia / a lugares curiosos, / le gustan las cornisas, los espejos, / zonas donde quedamos hablando / con algo parecido a la muerte”), sino para dar lugar a la amistad, el amor y el encuentro, como, por ejemplo en “Mosquitas huérfanas”, “Si somos tres” o “Fogata”, donde se lee “El cuerpo repite / pero también avisa, / algo late cuando acecha la trampa / y es urgente escucharlo”. Escuchar al cuerpo; recibir al hijo que dice “Si estoy con ustedes, mamá, / siento que estoy a salvo”, y escucharlo “dormir despreocupado”, mientras el amor se estira “como un chicle”; o celebrar con las amigas la fe luminosa del poema: “Creemos que un pequeño gesto / puede hacer temblar el mundo, / que encontrar un verso / o mover una coma contienen / la potencia de un volcán.” En esos desplazamientos que tensan el lenguaje, lo íntimo tampoco se congela en puro acto ensimismado (“Es tan público lo íntimo, insistente espejo que se alza donde sea que clavemos la mirada”, escribió Bellessi), sino que es puesto allí para abrirlo, llevarlo a la luz, reconocer lo que trae el río revuelto cuando se abren las compuertas y desmentir con el poema mismo al “cuerpo silenciado”.

Entonces, de ese modo, siempre un doble movimiento, nunca una sola cara para aquello que sostiene y alimenta el sentido: porque “Obstinada es la tristeza / de aquel invierno desprovisto / como también la felicidad / de los azahares perfumados / y su blanco resplandeciente”, y así como la vida, la poesía de Ariana Moretti: grácil y feroz.

La Vidriera
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