En Nicaragua, jóvenes, hombres y mujeres de todos los sectores pusieron fin a la dictadura de Anastasio Somoza, el último tirano de una dinastía que había comenzado 45 años atrás y que se negó a ceder una mínima porción de la enorme cuota de poder que manejó.
El 19 de julio de 1979 triunfó la revolución sandinista en Nicaragua y comenzó una nueva era repleta de ilusiones, esperanzas y conflictos.
Fue Salvador Allende quien dijo que las revoluciones no pasan por la universidad, sino por las grandes masas, la hacen los pueblos, la hacen, esencialmente, los trabajadores, y este país no fue la excepción.
Jóvenes, hombres y mujeres de todos los sectores hicieron una revolución que puso fin a la dictadura de Anastasio Somoza, el último tirano de una dinastía que había comenzado 45 años atrás y que se negó de mil maneras a ceder una mínima porción de la enorme cuota de poder que manejó.
Aunque la historia recuerda el 19 como el día del triunfo, los sucesos previos a la toma del poder fueron complejos.